viernes, 23 de julio de 2010

                           

El viaje dura cuatro días. A la llegada a Nauta se incorpora más gente procedente de la ciudad I. La lluvia nos acompaña durante el primer día, el cielo gris casi todo el viaje. El barco va haciendo paradas a lo largo del Marañón, descargando hielo y cargando pescado, en otras madera o simplemente ante la llamada de cualquier viajero que quiere abandonar esa orilla del río para dirigirse a Yurimaguas. Durante la cena del último día dejamos el Marañón para navegar por el Huallaga, siguen sin verse estrellas en el cielo sólo la selva pasa ante nuestros ojos como un travelling infinito, interminable. Durante las paradas grupos de niños suben al barco para ofrecer comida y fruta, también para vender monos o loros.

Amanece, es el último día faltan como 12 horas para llegar a Yurimaguas. La espesa niebla cubre el río y los árboles van apareciendo poco a poco como una línea desdibujada que se pierde en el horizonte.

“Entonces el viento silba o broma o llora y dice los nombres silenciosos de las rocas, los árboles, los cañaverales y los juncos, y todos los secretos de cada uno de los rincones de las casas... Y cuando esto ocurre en la noche de tu corazón se abre la rosa más imposible y bella -no la tan buscada rosa negra de los expertos, sino la cristalina rosa de los vientos: la flor que invita a huir.”

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Los ríos..., el agua discurre y premeditadamente va generando focos de vida, los humános solo han podido sobrevivir cerca de los ríos y pese al maltrato ellos vuelven y nos desbordan, nos fertilizan, nos llevan hasta el mar... Siempre río arriba compañero.

Tania Campos Thomas dijo...

:) Lindo saberlo bien