domingo, 18 de julio de 2010

Chullachaqui


Mientras tomo una cerveza en el bulevar de la ciudad I, el señor J se sienta a mi lado y se interesa por el motivo que me ha llevado a la ciudad. Le explico que sólo es una necesidad de observar-huir. Me indica que me vio en el congreso, le insisto que sólo quiero ver las cosas, que para beber del cáliz de madera tengo que estar absolutamente convencido de la mano que me lo ofrece. Me da una dirección, a las 21'30 de la noche en la calle M1262. Son las 20'30 regreso al hostal cojo la cámara y hablo con Tania ella también se hospeda allí, no pone reparos y me acompaña.

Llegamos y esperando estaba el señor J, un brasileño que realiza ese tipo de ceremonias a las que la gente acude para sanar todos los males físicos y del alma.

Es una habitación pequeña con una mesa en la que hay tabaco, botellas y diversas estampas de vírgenes. Encienden los mapachos y la habitación se inunda de humo, uno de los ayudantes ofrece la bebida a cada uno de los asistentes que ocupamos esa habitación. Apagan las luces.

Los cigarros comienzan a dibujar figuras en el aire como  un universo de luciérnagas que danzan al ritmo de las canciones.

“gloria, gloria al padre al hijo aquí son tres personas limpiando tus males, curando enfermedad todos tus tormentos a tu criatura entrego mis oraciones para curar tus enfermedades”.
Son las 2'30 de la madrugada, nos despedimos una vez finalizada la ceremonia. Regresamos

1 comentario:

Tania Campos Thomas dijo...

¿Y la sirena? jejeje Besos.