martes, 10 de agosto de 2010

Sur

Abandono la sierra para dirigirme al sur. Un desierto de arena me persigue todo el día. A las 11'00 de la noche llego a la ciudad L, busco otro autobús que me llevará más al sur. En la madrugada encuentro un hostal. “Al amanecer, intenté encontrar el camino de regreso a casa, pero fue inútil. Sabes, mi casa ardió -he decidido que mi casa ardió-. Y claro que mi corazón sabe agradecer, y lo hace, los cobijos con los que me obsequia el azar o la tornadiza ternura de las buenas gentes”.Al día siguiente miro las playas solitarias de la reserva de Paracas.

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